martes, 22 de febrero de 2011

El primer suspiro frente a ti

Cuando el remordimiento de mis sueños llegan a mis pies por inconscientemente caminar a tu presencia, suelo tener los sueños más intensos, tan intensos que suspiro y te veo, y en mis ojos sumisos a lo tuyos te recuerdo en memorias, que ahora más por uso, memorizo en vez de recordar. Llego volando a ellos de manera despierta, no he dormido, no con los ojos cerrados, sólo he juntado los párpados en la oscuridad de la noche, entre las penumbras de  las estrellas que te extrañan sin brillo alguno que me recuerde extrañarte, y aún así te extraño de manera solar; suspiro y exhalo el alma que te miraba antes desde mis ojos, y por ser un ente inconcluso se arriesga y aún así no puede tocarte, cuidarte, sufre y se exilia de mi ser de modo instintivo para estar a tu lado, y a tu lado sólo es aire que levanta tu cabello en vientos enfurecidos de motivación de conocer tu cuello, y conocerlo por conocerte, porque lo cubres con tu cabello.  
Así sufre el alma al verte tan distante que las caídas del corazón al suelo son cosa de milenios, así endurecido como piedra cae, revienta el piso en pedazos diminutos y el corazón se agrieta y sangra como si fuera la piel sobre la espada.
Así  resiente mi ser el aliento primero, mortal y liviano del alma escapando, del corazón agrietado, del viento motivado, del sueño intenso y profundo, del despertar consiguiente, de las noches sin estrellas, del extrañarte solar al estar tan cerca de ti, relativamente...

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