martes, 25 de junio de 2013

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A veces me escapo de la locura, y cuando cruzo por la cordura, tantos silencios me recuerdan que la soledad me embarga, y me da aviso de despojo corporal por habitante muerto, entonces, apenado y cabizbajo regreso a casa, locura, que me sienta en una esquina a reírme de mis penas que me avergüenzan; lo hago en silencio, sin facciones faciales, sin actos corporales, sin dar alerta a los exteriores que me he vuelto loco a voluntad y por fuerza de presión. Porque la cordura me aterra. 

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